RECUERDOS DE MAIPÚ
Luciérnagas
brillantes bailando en las callejas
olor
de manzanillas holladas al pasar
croar
en los zanjones de ranas saltarinas
y
canto de los grillos en la noche estival.
Esos
son los recuerdos del quieto pueblecito
que
pasan fugazmente, queriendo retornar
sin
comprender que ahora, las luces de mercurio
dibujan
el progreso sobre el viejo solar.
¿Dónde
están las violetas de la Plaza Alvarado
perfumando
el domingo en la tarde de sol?
¿Qué
fue de la preciosa glorieta de Acevedo
ese
extraño paisaje, henchido de color?
No
busquemos el lago, la isla, el puentecito,
olviden
los muchachos el diario chapuzón
de
las siestas de enero, en las aguas caldeadas,
hurtando
al cocotero su fruto agridulzón.
En
las noches del jueves, las noches de retreta,
fue
el kiosco de la plaza, a cuyo alrededor
paseábamos
gozando la música de banda
del
maestro di Sorrento y su grupo mejor.
Alegre
son de gaitas, rumor de castañuelas,
la
romería pueblera, el cruce a la estación,
los
jóvenes de fiesta, las bombas, los faroles:
un
llamado insistente desde el Prado Español.
En
tierna remembranza, desfile de fantasmas
vuelven
a estar presentes, como en cita de honor
los
viejos personajes, que fueron los amigos
de
todos los muchachos, iguales en candor.
Oigo
a Doña Rosario, la vieja vendedora,
y
Rosita, la loca, Leandro, el tontolón.
El
pregón extranjero del rubio “facturero”
y el
paso silencioso del triste “Bayador”.
Vuelvo
a escuchar sonriendo las palabras cortadas
de
Lavayén, laureando al caudillo mayor.
Y
penetrar crujiendo, plagado de remiendos
con
polvo de caminos, el viejo carretón.
Qué
Bicho de Canasto, llevaba siempre a cuestas
hermano
de miserias, por los campos de Dios.
¿Y
el vigilante nuestro, terror de las esquinas
de
imponente presencia, de bigote fatal?
¿Por
qué entre los bolsillos llevaba caramelos
para
el más pequeñito, a punto de llorar?
Oh!
Querido Parrilla; cómo eras el amigo
de
todos los pilluelos, jadeantes de jugar!
Si
vemos como todo se aleja y se renueva
¿A
qué buscar entonces en las calles de hoy
las
casa coloniales, perfume de glicinas
malvones,
jazmineros y magnolias en flor?
Si
en el Mercado viejo, hay un gran edificio
si
en el linde del pueblo, una pileta está
si
la plaza es un parque florido y primoroso
es
señal que el progreso va marcando el compás.
Dejemos
al cemento ganarle a los yuyales
¡Futuro
de esplendor!
Pueblito
bienamado, tú sigues adelante
yo,
declinando voy!
Nieves Garciarena de Avalos - Maipú – Septiembre de 1968.
Nota:
Rosita “la loca”o Rosa “la loca”
personaje típico, vendía billetes de lotería, fumaba cigarros de hoja y
adivinaba la suerte.
“El Rubio facturero”,
abuelo de la Sra. Norma Yobb (vendedor de factura)
“Bayador el triste”:
Andarín, hacía grafittis en el paredón de la Estación y, también con un punzón
los tallaba en los árboles.
“Lavayen”, defensor a ultranza de Martín Rappallini,
caudillo radical de nuestra
ciudad y por ende del Partido.
“Parrilli, el vigilante” personaje de
la policía local de origen italiano.
“Bicho Canasto”,
personaje que vivía sobre el carro con el que salía a vender mercaderías en el campo. Su
vestimenta estaba confeccionada por él mismo y cocida con hilo de atar, tenía
una gran capa de bolsa arpillera que le cubría el cuerpo y parte del rostro.
Siempre estaba rodeado de muchos perros que vivían debajo de su carro cuando
este era estacionado en la zona de Lavalle entre Pellegrini y Moreno y Madero
entre Pellegrini e Hipólito Irigoyen.

