Heladería Colón de la familia Stropelli

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    La Biblioteca digital de El Amigo se ve prestigiada con el ingreso de estos Recuerdos maipuseros  que su autor nos ha permitido publicar, a partir de este.
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    Recuerdos maipuseros.

    El Helado, su historia y sus fabricantes. 
    Heladería Colón de la familia Stropelli.

    Por Horacio Lostra.


                El helado es un producto delicioso y nutritivo que se puede definir como BATIDO DE AGUA, CREMA, FRUTAS batidas, congeladas y endulzadas, consumibles en diferentes sabores, formas y tamaños.

                El helado tiene toda una historia que nos acompaña desde hace miles de años. Parece que todo empezó con los chinos muchos siglos antes de Jesucristo y nuestro calendario. Éstos mezclaban la nieve de las montañas con miel y frutas. Los Califas de Bagdad, ahí, donde las “Mil y una noche” y Alí Babá, mezclaban la nieve con zumos de fruta dándole el nombre de “Sharbets”, que significa bebida, es lo que hoy conocemos por sorbetes y nos acerca un poco a la trayectoria de los helados, ya que fue Marco Polo el que introdujo en Europa las fórmulas aprendidas en sus viajes.
    Se ha llegado a decir que los romanos, como Julio César o Nerón, se deleitaban consumiendo grandes cantidades de bebidas congeladas muy frías.


                La preparación de los helados por aquel entonces era tan complicada que sólo podía consumirlos la nobleza. Todos sabemos a qué velocidad se derrite un helado y al no disponer de frigoríficos, congeladores o heladeras, era toda una aventura conservar un helado hasta que un rey o rico mercader lo pudiera saborear.

                Para hacer un helado y conservarlo se necesita frío, así que pagaban a portadores para subir a las montañas a recoger nieve, y una vez en casa la depositaban en profundos pozos tapándola con paja. Con esta nieve podían enfriar bebidas o mezclarla con zumos frutales para hacer sorbetes.
    Pero, como es sabido, ya desde el siglo pasado y hasta la actualidad el público más exigente consume lo que se denomina HELADO ARTESANAL.

                La primera heladería ARTESANAL de Maipú, hasta donde nuestra memoria llega y confirmado en una charla que mantuvimos con Mirta (91 años, la última sobreviviente de la familia Stropelli), que allá a fines de los años ’20, cuando iniciaban los años ‘30, ya se habían establecido en Maipú Don Humberto Francisco Stropelli, originario de Dolores y Da. Fiorina Victoria Tofoletti (Italiana). Parece que Don Humberto tenía parientas en Maipú y Da. Fiorina era amiga de esas parientas, así que allí se armó el noviazgo que terminó en casamiento, formando una familia con cuatro hijo; dos varones: Humberto Angel “Toto” y Mario Tulio (ambos solteros); y dos Mujeres: Dora (luego esposa de Federico “Kiko” Grosso, madre de Ricardo y Ana María “Any”) y Mirta (soltera).
    Esta fue la primera ubicación de la heladería "Colón", en calle Alsina, en el antiguo edificio que albergó, también, al club Atlético, estaba junto a la iglesia Nstra. Sra. del Rosario.


                La Heladería, Confitería y Bar “Colón”, estaba instalada, con el local de elaboración y venta en Alsina 360, donde hoy funciona el Comedor Escolar, cuyo edificio era propiedad de una vieja familia del pueblo, la familia Marroco, a quienes algunos maipuenses entrados en años las recordarán, ya que en sus últimos años, vivían (si la memoria del autor no falla) sobre calle Ramos Mejía (hoy Bomberos) y andaban por las calles de Maipú con su cara tapada por una tela o pañuelo. A ellos, los Stropelli, alquilaban el local, el mismo donde, en la década del ’70 funcionó el Comité del Partido Intransigente.

                Allí don Humberto Francisco Stropelli, elaboraba el primitivo y exquisito helado artesanal, que todo el pueblo de Maipú consumía. Aunque, nos comentaba Mirta que el verdadero lugar originario fue un local ubicado entre la Iglesia y el viejo Club Atlético y funcionaba bajo el nombre de Confitería Colón.
    Esta foto es de la década de 1940. Don Humberto Stropelli, de brazos cruzados, en la puerta del negocio de Alsina 360, esperando la llegada de los parroquianos del bar o de los niños por los helados. (inmueble donde hoy funciona la Escuela Municipal de Arte y  a continuación el Comedor Escolar)

                Siempre se utilizaban sólo productos naturales, sin aditivos ni conservantes de ninguna clase. Para los helados de agua, generalmente frutas de estación, limón, frutilla, duraznos, etc. Algunas de ellas que compraban a los gringos quinteros que tenían montes frutales a las orillas del pueblo; y otras a las fruterías de la localidad. Y los helados de crema se hacían con leche y crema de leche, que, según contaba Mirta, se la compraban a los Mari y otros lecheros del lugar, que, por esos años, recorrían el centro del pueblo, en unos “charrets” tirados a caballo e iban casa por casa, haciendo el reparto.

                Como aún no existían maquinas eléctricas para batir ni para enfriar, la tarea se hacía colocando el recipiente con las mezcla ya preparada, dentro de otro tambor más grande (un sistema como el del baño maría, pero en frío). En ese tambor que oficiaba de refrigerante se colocaba hielo, en trozos, cortado de esas enormes barras que fabricaba la Usina (hoy Cooperativa de Electricidad), junto con el hielo se agregaba una cantidad establecida de SAL GRUESA, que permitía mantener ese líquido refrigerante por el tiempo suficiente y necesario para la elaboración del producto. Una vez obtenida una buena temperatura, se comenzaba a batir el mix del helado que se quería fabricar. El batido se podía hacer manualmente, con espátulas de madera o ayudado por una batidora manual, de esas que dando vueltas a una manija hacía girar el batidor de alambre por medio de un engranaje cónico.

                El mix (o mezcla) del helado de limón (que era uno de los más consumidos por entonces), se preparaba con jugo de limones exprimidos, azúcar y agua. El resto lo hacía el batido y el frío. Para los helados de chocolate, vainilla o dulce de leche se utilizaba leche, de esa que el lechero traía en tarros, recién ordeñada; crema, que también se fabricaba desnatando la leche entera y batiéndola; a eso se le agregaba una proporción de azúcar y la vainilla (las chauchas hervidas en leche), o el chocolate puro, rallado; o el dulce de leche, que también era casero y elaborado en la casa. 

                Luego había que darle manivela al batido, en un recipiente de cobre, debidamente estañado, que giraba dentro del tambor mayor, con el refrigerante, que ya describimos. En ese recipiente donde estaba el mix (mezcla para helado), había una espátula, metálica de un formato especial, que giraba en sentido contrario al recipiente y con un borde algo filoso que iba desprendiendo del tambor la preparación que más fría estaba, para que se mezclara con el resto del futuro helado. Por el trabajo especial que hacía esta espátula se la denominaba “Espátula Mágica” 

              Esta tarea de enfriado girando se hacía hasta que la mezcla tomara su punto. Luego se iba retirando y se colocaba en baldes largos, de un plástico especial para conservar productos alimenticios, los que se depositaban en unas Conservadoras para helados con varios tubos cilíndricos, bañados por el mismo refrigerante que se usaba para la fabricación, el que cada tanto había que renovar, agregándole más hielo y sal gruesa (o Cloruro de Calcio), con el fin de mantener una temperatura necesaria. La Sal Gruesa (Cloruro de Sodio) o el Cloruro de Calcio permiten que el líquido refrigerante llegue a tener temperaturas bastante inferiores a cero grado, sin congelarse.

                Cuando pasaban algunas horas y el helado, había madurado, ya estaba listo para su consumo.
    Cabe aclarar que el sistema de fabricación descrito era el primitivo, porque ya, en la década del ’40 la fábrica de maquinarias Siam, de industria nacional ya proveía las máquinas que funcionaban con electricidad, pero que, esencialmente el mecanismo era el mismo, con la diferencia que el batido, giro y enfriado ya no se hacía manualmente, sino por medio de la energía eléctrica (foto de batidora Siam eléctrica).

    Foto mostrador Stropelli: Esta foto es del año 1937. Hermosa vista del interior del Bar, Café, Confitería y Heladería COLON. Detrás del mostrador Da. Fiorina Victoria Tofoletti de Stropelli y su hija Dora, más tarde casada con Federico Groso (Kico), padres de Ana María “Any” y Ricardo. Al frente del mostrador, cruzada de brazos está Mirta, la hija menor de los Stropelli. Obsérvese la antigua máquina cilíndrica de Café, la variedad de bebidas en las vitrinas y el cartel que ofrece “Cocktail Cusenier”.

                En esta heladería los expendedores eran el mismo Sr. Stropelli o algún familiar, generalmente Mirta, o su hija mayor, por poco tiempo, ya que, muy joven se casó, radicándose en Guido. Mirta fue la que atendió, con su padre, el mostrador hasta que la heladería cerró sus puertas y que hoy, con sus 91 años de edad, nos contaba que en los veranos, se hacían largas colas hasta la vereda y ella se cansaba de servir helados en esos vasitos de pasta tradicionales (como los cucuruchos actuales), o bien en unos vasos de cartón parafinado, donde iban los helados de ¼, ½ y un kilo. El vasito más barato valía cinco centavos. Como todo se hacía en familia, parte del proceso de elaboración era hecho por la esposa de Don Humberto; mientras que las adaptaciones y reparaciones de la parte técnica estaban a cargo de sus hijos varones Toto y Mario, aunque Toto también partió muy jovencito de la casa para estudiar y recibirse de Ingeniero Naval y se radicó en Mar del Plata, de modo que el soporte técnico estuvo siempre a cargo de Mario Stropelli.


                Al preguntarle si recordaba quienes eran los clientes que más visitaban la heladería, Mirta nos comentaba que todos los días iban Algito y la Negra Ducós, que por 10 ctvs. se llevaban un helado cada uno. Por ese dato, nos ubicamos en el tiempo y Mirta nos estaba hablando de fines de la década del ’40 o principio de los ’50.

              Don Francisco también elaboraba las masitas, ya que la confitería era otro rubro que el negocio tenía. Otra actividad complementaria era el bar y villares, algo muy común por esos tiempos en los cuales todavía no se conocía la Coca Cola y se consumían las primeras gaseosas que aparecieron en el mercado. La primera fue una que le llamaban “la bolita” porque tenía como tapa una bolita de porcelana que, con una trabita de alambre calzaba en el cuello de la botella y la tapaba herméticamente. Más tarde aparecieron las famosas de esos años: Crush y Bidú.

    Esta foto es de Enero de 1926. Da. Fiorina esposa de Don Humberto Stropelli, con sus hijos Humberto Ángel (Toto), Dora y Mario Tulio. (Mirta, que nació más avanzado ese año, no está en la foto). Obsérvese el triciclo de la época que monta Toto y el piso característico de entonces.

              Preguntada sobre si la familia Alavedra ya estaba como primeros vecinos, Mirta nos decía que no, al menos al principio, pero recuerda que Clara Gestas y Toto Filleudeau, sí, ya vivían al ladito de la heladería. (hoy Sala Municipal de Arte).

                Como este espacio siempre agrega algo cómico, también en el de hoy citaremos dos anécdotas que el ideario popular del pueblo fue trasmitiendo de generación en generación y que dice que en el Bar que funcionaba en el mismo local de la heladería una noche estaban alrededor de una mesa varios parroquianos y cuando Don Humberto, que oficiaba de mozo vino a levantar el pedido, todos iban solicitando cosas diferentes; uno Cinzano con Fernet, otro Gancia con limón, el siguiente granadina con Campari; hasta que llegado el último, que antes de pedir nada Don Francisco, QUE IBA CARGANDO BRONCA, se le anticipó sugiriéndole: “Y VOS QUE QUERÉS, SODA CON KEROSEN?”. (esta anécdota, que hace a la historia pueblerina, el autor la incluye, con autorización de Mirta, que, aseguró su veracidad).


                Otra anécdota del mismo lugar: …la noche de parroquianos se iba extendiendo demasiado y llegada la madrugada, desde una mesa llaman al mozo y le dicen: Y AHORA QUE HAY?, y la respuesta fue tan rápida como contundente: “AHORA ES DEMASIADO TARDE, YA VOY A CERRAR…” y dando a entender que tenían que irse, el mozo manifestó: AHORA “HAY QUIRSE”; a lo que un parroquiano, cargadito en copas acotó: “YO QUIERO UN QUIRSE CON SODA, NOMÁS”. Y ahí terminó la noche.

                Y así culmina esta nota referida a la primera fábrica de helado artesanal de Maipú, propiedad de la familia Stropelli. El último razonamiento que nos dejó Mirta fue: “Trabajamos mucho, pero siempre vivimos felices y contentos, alegres con todos”.


    NOTA DEL AUTOR: Agradecemos a Any Grosso de Etchelet (nieta de Don Humberto). Gracias a ella pudimos contar con las valiosas imágenes, algunas casi centenarias.


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    Nota de El Amigo: Para quienes deseen visitar el sitio donde el autor publica estos Recuerdos Maipuseros aquí está el enlace: https://www.facebook.com/recuerdosmaipuserosporhoraciolostra/

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