RECUERDOS DE MAIPÚ.
Narrados por Héctor Ricardo Otero.
(Entrevista realizada por Juan R. Naddeo y Mario Lovotti, al Sr. Otero en el año 2000)
(En la primer parte encontrará el lector, el relato agrupado por los diferentes temas a que hace referencia el Sr. Otero. En la segunda parte podrá acceder al relato completo)
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Frutería "El Ahorro" de Don Federico Otero (padre de Héctor Ricardo) en el año 1943. En la foto aparecen el Sr. Otero, uno de sus hijos, su esposa y amigos del barrio. |
1 - Me acuerdo muy bien de Don Domingo Capra porque
todos los días lo veía pasar por aquí, alguna vez “Gallego” Capra (uno
de sus hijos) me contó como se hacían los cajones para los muertos, los que
se trabajaban con plomo, usándose para las soldaduras un ácido muy nocivo para
la salud.
A raíz de este relato voy a decir una
cosa referida a los nombres de las calles de Maipú, todas ellas tienen nombres
de próceres de nuestra patria, de su fundador o de allegados a él, cosa que me
parece muy bien, mas no sería importante también que las nuevas que se van
agregando llevaran el nombre de personas importantes y que con su desempeño
contribuyeron al progreso de nuestro pueblo? Por citar algún ejemplo nombraría
a la familia Capra, a las Señoritas Peruchena, al Dr. Domingo
Antonio Monti, un médico con amor a su profesión y que lo único que no le
preguntaba al paciente cuando lo iba a visitar, era si le podía pagar o no.”
Aquí el autor adhiere a las palabras del
Sr. Otero expresando que él también sostiene que, por lo menos, en el Hospital,
debía figurar algún lugar o Sala con el nombre del Dr. Pablo Beret, uno
de los primeros médicos municipales cuya tarea quedó grabada en la historia de
la asistencia médica local tocándole enfrentar y superar con éxito entre otras
muchas vicisitudes, la epidemia de viruela que azotó a Maipú en 1898.
2 – El barrio “Los Leones”, fue llamado así porque
varios edificios del mismo tenían igual
terminación y la misma ornamentación en su frente, los tradicionales
leones. Este tipo de construcción se
debió posiblemente, no hay datos precisos, a un diseñador francés de apellido
Nanín, quién habría visitado Maipú y diseñado estos ornamentos efectuados por
un constructor cuyo apellido era Fontanesi, quién vivió en dicho barrio (la
misma terminación tienen los edificios de Mateo Lahitte y Frutería Otero,
además de los tradicionales leones que ornamentan los frentes de la antigua
fonda, donde aún hoy se pueden admirar, la frutería de Otero, que ya no los
conserva y el domicilio del Sr. Fontanesi ,ubicado en Madero 746/48 que también
los tenía, este barrio, según la palabra del Sr. Otero, “abarcaría desde la
esquina de Sarmiento y Madero hasta la de Madero y Moreno. A lo largo de esas
tres cuadras se encierra mucha de la historia comercial de nuestro Maipú. Tiene
el privilegio de albergara los comercios más antiguos de Maipú, algunos de los
cuales ya no existen, como ejemplo la panadería de Marino en la esquina de
Madero y Pellegrini, antigua fonda “Vasconia” de Mateo Lahitte, que existe
desde la creación del pueblo, la despensa “Maipú” de López, situada en la misma
esquina, que abrió en 1898, cerrando en el año 2000, la farmacia “Parisi”,
ubicada en la esquina de Madero y Rivadavia desde el año 1950, pero establecida
en el pueblo desde 1900, continúa ,hoy, atendida por el farmacéutico Don Elvio
E. Parisi. La frutería “El Ahorro”, rebautizada luego con el nombre de “El
Emporio de la Fruta ”
que abrió sus puertas en 1927 permaneciendo hoy, atendida por uno de los hijos
del fundador, Héctor Ricardo Otero. El almacén “La Central ” de Francisco
Spina que nació en la esquina de Sarmiento y Madero a principios de 1900,
cerrándolas definitivamente alrededor de 1960. La famosa tienda “La Galli ”, ubicada en la misma
esquina y que por muchos años vistió a la mayoría del pueblo y la campaña del
mismo, como no me voy a acordar de la tienda si mi madre me mandaba a buscar
algún carretel de hilo y yo por mi condición de chico tenía que aguantarme un
plantón hasta que algún empleado, de lástima me atendía, pues estaban todos al
servicio de la gente de campo, la que cuando venía al pueblo efectuaba compras
importantes.. Finalmente en la esquina de Moreno y Madero existió por muchos
años una barraca y Acopios de frutos del país perteneciente a Laferriere.
En cuanto a la gente que lo habitó,
continúa su relato el Sr. Otero, “ se puede decir que muchos apellidos ya no
existen porque se fueron del pueblo en busca de nuevos horizontes o se han
muerto. Apellidos como Arrechea, cuya Señora era la madre de María Luisa,
dedicada a la política y una de las integrantes de la primer comisión que tuvo
el Hogar de Ancianos de Maipú, la
Pitusa , gran colaboradora en Caritas y Eva Vda. del popular
“Colo” Benito.
Donde hoy está ubicado el Ateneo, vivía la
familia Gramática, cuya Sra. de apellido Argel, era descendiente de una de las
pioneras de nuestro pueblo. y ya en dirección a calle Moreno entre esta y
Pellegrini, en un edificio que todavía hoy conserva su frente, vivía Doña María
Ortiz con su hija Clarita, enfrente, la casa particular de los Lahitte,
recuerdo haber pasado por la vereda, en noches calurosas, y apreciar el
interior de la misma por sus ventanas abiertas, donde se podía ver la gran mesa
del comedor, todo iluminado, presidida por Don Mateo, ya muy anciano, rodeado
de su numerosa familia. Viniendo para este lado, estaba ubicado el primer
colegio de enseñanza católica, presidido por monjas, que tuvo nuestro pueblo,
llamado “Hermanas de la Cruz ”,
que hoy, con el nombre de “Colegio Primario Pbro. Mauro Golé” continúa su
trayectoria”.
Enfrente mismo de nuestro local vivía
una familia de apellido Montaldo, que supo tener una carnicería en el lugar y
posteriormente una empresa fúnebre, luego de varios años de estar en esta y
tras la muerte de su hijo esta familia se ausenta para Gral. Madariaga.
Entre las oficinas públicas que tuvimos en
el barrio, continúa, figura el Telégrafo de la Provincia , que siempre estuvo en él. Yo lo
recuerdo primero, en el inmueble de Madero, lugar en donde también supo estar
instalado, temporariamente, el Club Atlético, al incendiarse su local de calle
Alsina. Luego pasa al inmueble ubicado sobre calle Rivadavia(Grey)y más
tarde se ubica definitivamente enfrente a nuestro negocio, hasta cerrar sus
puertas definitivamente en el año 1968.
De la prodigiosa memoria del Sr. Otero
continúan brotando los recuerdos, le toca ahora el turno a la Plaza San Martín de la
que nos cuenta, “...recuerdo muy claramente que en su centro tenía un kiosko
donde, los días domingos, actuaba la banda de música del maestro Mario Di
Sorrento con la que se deleitaba a la concurrencia que se concentraba en torno
a ella para escucharla. Este kiosko tenía en su parte inferior una especie de
sótano donde se guardaban las herramientas para el mantenimiento de la plaza.
Al hablar de esto me acuerdo de uno de los placeros más antiguos conocidos por
mi, de apellido Natarelli.
El kiosko, al que hago referencia, fue removido, para bien
o para mal, pues fue durante muchos años el adorno tradicional que distinguía
nuestra plaza, cuando el Dr. Goenaga, Comisionado Municipal de entonces, decide
remodelarla rellenándola, pues era muy
baja y se inundaba constantemente, creo que fue por el año 1946, se sacaron
varias de las palmeras que la adornaban entonces y se cambió el sistema de
luces con un cableado subterráneo y unas farolas muy bonitas pero que no dieron
el resultado esperado. Al pasar de los años sufrió varias modificaciones y hoy
diría que contamos con una plaza que más que eso es un parque, que debería ser
el orgullo de los Maipuenses, lástima que no todos pensemos lo mismo respecto a
esto y halla gente que no la cuide como corresponde. Vuelvo a reiterar, para
mí, no sé si habrá en la zona otra plaza con las características de la nuestra.
3 – La inauguración de la ruta Nº 2 tiene, para mí, un
recuerdo imborrable pues recuerdo aquel día estar junto a mi madre y a un
peluquero que por aquellos años alquilaba nuestro local contiguo llamado
Chiliberto, mirando la caravana de vehículos presididos por el del gobernador,
pasar en dirección a Mar del Plata, por Madero al fondo(
se refiere a Madero sur)
La construcción de la ruta Nº 2 trajo
mucha vida al pueblo y aquí deberíamos rendir un homenaje a un pionero de los
restaurantes de la ruta; Don Uno Cipolletti, quién había comenzado a construir
un pequeño local antes de terminarse la ruta, para lo cual vende la confitería
y fábrica de masas “La Moderna ”
que tenía en la esquina de Belgrano y Sarmiento”
(lugar donde funcionó hasta no hace muchos años atrás, la confitería Maipú)
“...Yo les diría que la historia de los
restoranes de la antigua ruta 2 la conozco de principio a fin, pues comencé a
atenderlos por el año 1938 y les puedo contar que el segundo restauran que se
abre en ella fue el de uno de los hermanos Faiella, llamado “la Estrella del Camino” que
era de Don Salvador Arce, cambiando sucesivamente de dueño hasta desaparecer.
Tiempo después abre sus puertas el restaurante “El Turista “ de Luisa Aldecoa (en la intercepción de la calle Julián Lynch
y la Autovía
2. “Mas tarde,
continúa su relato el Sr. Otero, viene el restaurante “El
Rincón Criollo” del que muy bien me acuerdo de sus comienzos durante un verano
y que consistía en cuatro palos con una lona que hacía de techo, con un poso en
el suelo y una barrica que contenía gaseosas y alguna botella de cerveza que
estaban entre el hielo.
Luego viene el fabuloso
“Cotillón”, ese si que le trajo un progreso considerable al pueblo
dándole trabajo a mucho gente que no lo tenía, como mozo o ayudantes de cocina.
Pasaron los años y otros restaurantes se agregaron a los ya existentes como el
de Lomi donde estuvo el “El Recreo”, era un oficial de policía, nos aclara Otero, dueño de toda esa quinta. “...con los años fue cambiando de dueños muchas, veces ahí estuvieron
los hermanos Fernández hasta llegar a la actualidad en que su dueño es el Sr.
Burgos. También por esa época abrió “El Coche”, “El Ideal Palace” lo hizo
enfrente y al fondo, es decir en la intercepción de la ruta 2 con el camino a Segurola
abrió “El Rancho” de la sociedad formada por Horacio Casado y el recordado
Ernesto “Negro” Ríos con una de las primeras estaciones de servicio en la ruta
sobre Maipú, esta fue la Y.P .F.
de Don Salvador Santamaría.
4 – La ruta vieja costeaba la vía entraba por Gral. Guido,
bordeaba “Pichiman” y se dirigía en línea recta hasta la calle Salta Ahí
doblaba a la derecha, cruza la vía y donde estaba ubicado el legendario
“boliche de Castro” toma la calle Ramos
Mejía hasta el fondo donde estaba ubicada una de las quintas de Casa Olariaga,
toma a la izquierda y va pasando por otra quinta donde funcionó años atrás un haras de un Sr. Goizueta, aquí, como novedad yo voy a decir, que existía un
surtidor que despachaba nafta “Energina” propiedad del Sr. Esteban Parizzi, (cabe agregar aquí que dicho surtidor estaba
ubicado en
la esquina con la calle Independencia, al lado de la quinta ó harás citado)
luego continúa “pasaba la actual ruta y buscando los
lugares más altos se dirigía hacia Mar del Plata pasando por Las Armas.
Como consecuencia del paso de la ruta a lo
largo de la calle Ramos Mejía nacieron en ella muchos restaurantes y hoteles
como el Francisco Cametti en la esquina con Alsina, el hotel “Diana” entre Vte. López y Alsina, el hotel “Continental”de
don Joaquín Marti, español, de quien tengo un especial recuerdo, estaba ubicado
desde el Hotel Diana hasta donde comenzaba la casa de la familia Tavela por Vte
López (edificio ocupado, hoy,
por el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Maipú) Todos
estos hoteles fueron desapareciendo cuando se inaugura la ruta y el tráfico
vehicular se redujo. Como consecuencia también fueron desapareciendo los
surtidores que sobre esta calle fueron numerosos, tal el caso del que estaba
ubicado en el hotel Cametti, en Casa Bidabehere, entre las calles Pellegrini y
Moreno, el situado en el antiguo almacén de Giorgis (Lazareto) en su intercepción con calle Salta y la
estación de servicio en la actual quinta del Sr. Pastor Luna, saliendo para
Gral. Guido.
En cuanto a los que estaban en el centro
tenemos el de Pablo Sabella en Rivadavia y Belgrano, Don Alfredo Álvarez en
calle Belgrano entre Sarmiento y Alsina, Don francisco Spina en la esquina de
Sarmiento y Madero con nafta “Texaco”, por calle Belgrano Don Venancio Llona
también vendía y en la esquina con 9 de Julio Don esteban Parizzi tenía su
surtidor donde vendía nafta marca “Energina”.
Ahora que hablamos de la calle Ramos Mejía,
yo quiero hacer mención a un negocio que marcó toda una época en el comercio de
Maipú, me estoy refiriendo a “Casa Olariaga”, instalada frente al hotel Cametti
(Alsina y Ramos Mejía) esa Casa, yo digo que marcó una época porque fue algo increíble lo que
trabajaba, era como un banco, porque la gente de campo, siempre reacia y
temerosa a estos hacía una venta en esta Casa y dejaba la plata depositada en
ella por el tiempo que quisiera.
Me acuerdo que tenían tres carretas que las
cargaban hasta el tope a las cuales se les prendían diez o doce caballos para
tirarlas y salían a la campaña a hacer el reparto y traer a su regreso lanas,
cueros, semillas y todo lo que el hombre de campo produjera y quisiera vender.
De los carreros que vienen a mi memoria puedo nombrar a Beltrán, Cipriano
Casado y Casinelli.
Por aquella época tener que ir a ciertos
negocios de Maipú a comprar algo significaba tener que efectuar una larga
espera para que lo atendieran, yo eso lo viví en dos negocios, la Casa Galli y Olariaga
donde lo esperaban para atenderlo unos doce empleados que no daban a vasto con
la clientela que visitaba el lugar.
Recuerdo que era muy chico y ya me mandaban
a este negocio a comprar algo donde por esta condición debía esperar mas tiempo
a que me atendieran. Este negocio tenía teléfono, por supuesto, debía ser el
número mas marcado del pueblo, todavía hoy lo recuerdo era el 22.
Lastima... el progreso fue trayendo su pro y
su contra, con la proliferación de despensas y mercados, comenzó a declinar su
potencial hasta que se produjo su desaparición.
En la esquina de Pellegrini y Lynch, en un
inmenso corralón, propiedad de Don José Marino, que ocupaba toda la esquina y a
ambos lados de estas calles, estaba ubicada la herrería de Amador Coto Canga,
la que trabajaba mucho pues en aquella época se reparabas muchos carros y se
herraban caballos, el auto todavía no se había popularizado.
Cuando, después de
algunos años, la situación económica, posiblemente lo permitió, compran su
propio local y se trasladan a él, ubicándose desde entonces y por espacio de
varios años en Madero 756 hasta su desaparición.
Mientras tanto el viejo local de Pellegrini
y Lynch se transforma en un conventillo el que era habitado por gente de muy
escasos recursos, algunos conocidos en el Maipú de entonces por sus apodos, yo,
sin ánimo de ofender, los voy a nombrar; por ejemplo estaba el “viejo escalera”
un pintor de brocha gorda a quién le faltaba un ojo “el tuerto Isidoro”a una
señora grandota y gorda “Josefa la guarda”. A este lugar se le llamó también de
manera risueña “la cueva del chancho” y durante muchos años lo usaron los
partidos políticos para efectuar sus reuniones y sus asados donde el fuerte
estaba en el juego de “la
taba”,vendiéndose empanadas y cebando mate a la concurrencia.
Ahora, voy a hacer mención a una carnicería,
ya desaparecida, que estaba ubicada en Madero 756 propiedad de uno de los primeros
pobladores de Maipú; Don Guillermo Árgel, tenía el mismo nombre que el campo
que poseían cerca de Ramos Otero llamado “Lecumberry”, con el paso de los años
se hace cargo de esa carnicería Don Isidro Sisisni, quién la cierra al comprar
este lugar la herrería de Coto Canga.
Así
este barrio “Los Leones” es de los pocos que aún hoy conservan su nombre, pues
otros, al caso del barrio del Sr. Bidabehere (Ramos Mejía entre Moreno y Pellegrini)
circunstancialmente, le decían “el barrio de la luz
temprana”, porque durante mucho tiempo las luces de las esquinas aparecían
prendidas desde las cuatro de la tarde.
Otro, “el barrio de las palomas”(ubicado en la calle Belgrano entre Alsina y
Vte. López) Horacio Galletti, gran amigo, quién tenía la imprenta allí, me
decía que nunca pudo saber bien a que se debía ese nombre pero creía que era
por la gran cantidad de palomas que, provenientes de la iglesia paraban en sus
plantas, otros sostenían la versión acerca de que en este barrio habitaba una
chica muy linda a quién llamaban “paloma”, en fin..., versiones, comentarios
sin mucho asidero.
5 – nombre de la frutería; Cuando mi padre abre la
frutería en el año 1927, le pone de nombre “El Ahorro” y le pone ese nombre a
raíz de que por aquellos años el gobierno fomentaba mucho el ahorro a través de
la Caja Nacional
de Ahorro Postal que no hacía mucho que se había fundado. Aquí enfrente (donde hoy existe un ciber y parte del
negocio contiguo) funcionaba el Correo con su enorme buzón
rojo, aquellos que había antes y como el ahorro era una cosa tan popular, es
que mi padre elige ese nombre para su negocio. Como una anécdota de entonces
recuerdo que por las noches cuando cerraba sus puertas el correo, seguía
escuchándose el ruido producido por el matasellos anulando las estampillas de
la correspondencia, muy numerosa, debido a que era el único medio de
comunicación, junto al telégrafo, de esa época.
6
- Pavimento de Maipú; Yo estuve presente cuando dieron
comienzos las obras pues estas lo hicieron en 1936 cuando contaba con catorce
años y fue la novedad. ¡ iban a comenzar el asfalto en Maipú! ¿Cómo perderse
semejante oportunidad? Creo no equivocarme si digo que el mismo comenzó en la
esquina de Ramos Mejía y Moreno hacia Belgrano, recuerdo que habían puesto
cinco o seis hombres con “picos” para ir removiendo la tierra hasta buscar el
nivel adecuado y como no había la maquinaria de hoy tenían que hacerlo como se
dice vulgarmente a ”a cubo y codo”, trabajando con palas, picos, carretillas y
otros implementos adecuados. Eso fue, repito en 1936 en épocas que ocupaba la
intendencia Municipal Don Juan Etchelet.
Me acuerdo de las enormes montañas de
piedras y arena que habían acumulado frente al “colegio de hermanas” y donde
nosotros jugábamos por las noches.
Aquí
en esta vieja casa nuestra, cuando estábamos refaccionándola, apoyado en la
pared externa de la misma y observándola Don Aurelio Rago me dijo; ”Pensar que
en esta casa se casó mi padre halla por el año 1893,acá funcionó el Registro
Civil” para mí fue una sorpresa, incluso no sabía que la casa era tan vieja. Y
hablando del Registro, en otra casa de alto que había acá a la vuelta, sobre
calle Rivadavia funcionó durante muchos años.
Hablando del barrio “los Leones” diría que
no era muy grande, como no lo podía ser de ninguna manera ya que el pueblo era
chico, por aquel entonces cada barrio tenía una extensión medida en cuadras a
lo sumo, tres como el nuestro que nacía en Sarmiento y Madero y terminaba en
Madero y Moreno. En esa esquina, donde antiguamente estuvo la vieja casa de Acopios
de Frutos del País de los Laferriere, abrió sus puertas posteriormente el
almacén y despachos de bebidas de Don Pedro “Colo” Benito, enfrente, en una
casa particular vivía una señora a la que habría que rendirle un gran homenaje
por su función de ayudar a venir al mundo a muchos Maipuenses entre ellos a mí
también, se trata de Doña Ángela Muliero, otra descendiente de inmigrantes que
junto a su esposo Don Antonio Muliero llegaron una vez a Maipú para contribuir
a engrandecer nuestro pueblo, enfrente a esta, donde todavía existe parte de un
edificio muy viejo, estuvo un Sr. Brisa y aquí hay una anécdota muy interesante
que hace a Maipú y que lo involucra;
“cuando, el pueblo, a raíz del conflicto
originado entre la Compañía
de electricidad S.U.D.A.M que lo
abastecía y la
Municipalidad local, haya por el año 1932, quedó a obscuras,
gracias a los buenos oficios de este Sr. Brisa y un grupo de vecinos, toman
dicha Compañía y consiguen poner en marcha los generadores, dando luz al
pueblo, yo estaba mirando por una ventanita, a la noche, y escuchaba cuando
lograron poner en marcha los motores, todo el público agolpado en el frente del
edificio de esta compañía que estaba en la esquina de Moreno y Belgrano, entonó
las estrofas del Himno Nacional Argentino.¡Fue muy emocionante!
7 -Industrias en Maipú; Siempre estuve
en desacuerdo con las palabras del Sr. Goizueta, ( el Sr. Goizueta fue un comerciante que instaló una
embotelladora de gaseosas en Maipú y que al cabo de unos años cerró) quién sostenía que su fraccionadora y embotelladora de gaseosas era la
primer industria de Maipú, la primer industria grande y que dio trabajo a mucha
gente, puede ser, mas no deberíamos olvidar las pequeñas industrias que tuvo
nuestro pueblo, las jabonerías, de inmigrantes italianos por lo general, como
la del Sr. Mazzini, la del Sr. Pagés que siempre nombraban mis padres, y otra
de condición muy humilde pero muy recordada por mi, pues éramos muy amigos de
su dueño, se trata de la fábrica de medias ubicada en la esquina de Lavalle y Sarmiento
en un local de Don Paulino Camino, recuerdo sus enormes carretes de donde se
sacada el hilo para confeccionar las muy conocidas medias de muselina, esa
familia, inmigrantes de origen francés eran los Saint Migueu. Allá por la
década de 1940 aparece en Maipú una familia de apellido Garat que viene de Gral. Madariaga y en un local de la
calle Pellegrini entre Madero y Lynch pone una fábrica de alpargatas ( donde hay una carnicería) que no dio resultado, tal vez porque ya la alpargata iba dejando paso a
otro calzado más resistente, puesto que esta zapatilla, tan popular entre
nosotros, era por su misma condición muy económico.
Es así... nuestro querido Maipú, podría
hablar mucho de nuestro pueblo y aunque ahora estoy encerrado entre estas
cuatro paredes, hace mas de setenta años que estamos, viví muchos años palpando
la calle pues era repartidor del negocio y anduve como veinte años haciendo
eso, lo que me permitió conocer y enterarme de muchas de las historias de
nuestro Maipú.
8
– Despensa “Maipú”de esta despensa tengo una anécdota que
cuenta como se cambiaron a su local en que está actualmente.
El Sr. Bernardo López junto con el Sr.
Gayoaga, inmigrantes españoles, llegan a nuestro pueblo en el año 1897 y fundan
un negocio de ferretería y enceres para el hombre de campo, en un viejo
edificio que ocupaba toda la esquina de Pellegrini y Madero y hasta medio
cuadra por ambas, como eran los edificios de entonces en Maipú, de los cuales
todavía queda alguno de muestra, cuando
dicho edificio se vende para demolerlo y levantar en el lugar el “Colegio de
Hermanas”, el Sr. López ya había arreglado su situación comprando el inmueble
de enfrente, recientemente construido, ejemplo de lo explicado mas arriba en
cuanto a edificios, y al decir de los hijos del Sr. López en una noche efectúan
el cambio de domicilio. No hubo necesidad de ocupar carros ni personal extra,
ni siquiera de perder algún día de ventas, debido a lo cercano del traspaso.
9
- Cuando mi padre abrió este negocio ya la fruta y la
verdura venía por ferrocarril, poco a poco las quintas pobladas de inmigrantes
que tanta vida propia le habían dado al pueblo con su producción se iban
terminando, los viejos inmigrantes, por su edad, comienzan a desaparecer, los
descendientes eligen otras actividades, el confort que ofrece el pueblo empieza a atraerlos y a
esas tierras ya no las hacen producir como sus antepasados.
Al hablar de estos inmigrantes, yo quisiera
rendir un homenaje a un descendiente de ellos, el Sr. Raúl Colombo, quién hoy
está postrado en una silla de ruedas, un muchacho que hasta que la salud se lo
permitió trabajó en la quinta en una forma impresionante, yo diría que fue el último verdulero de Maipú, y
es muy lamentable ver que hoy en nuestro pueblo, prácticamente, no hay una sola
quinta.
El comercio era muy diferente a lo que es
hoy, siempre existió el crédito, pero antes era diferente, en la década del
1920, 1930, nuestro signo monetario tenía solidez y estabilidad y era otra la
formación que la gente tenía, otra la relación entre el comerciante y el
cliente, por ejemplo la gente de campo, poco habituada a salir, no necesitada
mucho dinero para subsistir, compraba sus productos para alimentarse y vestirse
y cuando efectuaba alguna venta anual pagaba lo que se debía. En la actualidad eso
ya no podría ser y si damos treinta días al cliente al día treinta y uno ya
estamos con la cuenta entregándosela, pues nos encontramos todos apurados por
el banco u otros compromisos.
Cabe aquí agregar que muchos de esos negocios se dedicaban a comprarle al cliente
sus productos y a cambio le vendían los suyos.
10 Diversión; Recuerdo
las clásicas fogatas que se hacían para “San Juan y San Pedro”, había una
familia, Gramática, que organizaba una quema de muñecos con juguetes y demás
que eran la admiración de todo el pueblo, después estaban los carnavales, los
famosos corzos, que no se pueden comparar con los de ahora, yo anduve mas de
una vez en ellos, pero saben haciendo que, vendiendo papel picado y
serpentinas, pregonaba”...papel picado a 10 y a 20, serpentina marca “El
Loro” los pomos cuya marca era“Bellas Porteñas”, consistían en un envase de
plomo del cual salía agua perfumada, tuve que hacer esto, porque eran épocas
difíciles y había que tratar de traer un peso a casa y ayudar a la familia.
Los clásicos bailes eran muy diferentes a
los de ahora, a mis veinte años concurríamos a las famosas tertulias, duraban
desde las seis de la tarde hasta las once de la noche hora en que todo el mundo
regresaba a su casa.
11-
iluminación; De lo que yo me acuerdo había un farol en
cada esquina, como dijo el tango, luego con el correr de los años se instala
uno mas en la mitad de las cuadras, eran focos comunes, nada de luz blanca ni
nada por el estilo, tenía una iluminación bastante buena en relación con otros
pueblos de los alrededores, creo, así todo distaba mucho de ser lo que es en la
actualidad, porque ahora tenemos un pueblo súper iluminado.
12-
la intendencia: Desde sus comienzos estuvo ubicada en el
lugar actual, mas en el período en que se construyó el nuevo edificio se
trasladó temporariamente, al situado, en lo que hoy es el Centro Cívico, en ese
lugar funcionó la panadería “El Progreso” de Don Esteban y Miguel Marino, me
acuerdo que en el terreno que hoy ocupa el correo, había una canchita de
básquet con piso de polvo de ladrillo a la que le decíamos “la canchita de
Independiente” y en su fondo se podía apreciar una galería que contenía los
restos, en ruinas, de los hornos de dicha panadería.
Me acuerdo del almacén de Don Leonardo Guma,
otro viejo inmigrante. Siempre me farriaba gritándome cosas en italiano que son
irrepruducibles, yo diría que por lo menos un cincuenta por ciento de la
población han sido todos descendientes de inmigrantes.
13
- El comercio en Maipú de Frutas,
Verduras y Hortalizas, según la óptica de Don Héctor R. Otero;
El hecho de haber estado en permanentemente
en contacto con frutas y verduras durante casi toda mi vida, pues de los
setenta y siete años que tengo, setenta y dos los he vivido en este negocio que
mi padre instalara un día del año 1927 en esta localidad, sin ser ningún
erudito en la materia, los años vividos ejerciendo el negocio me han dado un
conocimiento tal como para verter mi opinión con veracidad acerca de los sitios
de producción así también como se comercializaban las frutas y hortalizas en
nuestra localidad.
A fines del siglo dieciocho llegaron a estos
lugares varias familias de inmigrantes, en su mayoría italianos, todos
provenientes de aquella corriente inmigratoria del año 1880.
Instalados en los aledaños de nuestro pueblo
se dieron de inmediato a la noble tarea del laboreo de la tierra, para producir
verduras como también algunos frutales, tal es así que aún hoy, pueden
observarse en algunas quintas y terrenos, perales, en algunos casos de mas de
cien años.
Mi madre, hija de un matrimonio de estos
inmigrantes nació en una de estas quintas, en la que permaneció hasta casi
veinte añera en los que contrajo matrimonio. Según sus dichos siempre tuvo que
colaborar con sus hermanos en la siembra y posterior cosecha de verduras, las
que una vez recolectadas y acondicionadas eran trasladadas al pueblo para su
comercialización, esta se realizaba entre la clientela establecida, o bien, distribuyendo en algún negocio dedicado a la venta de ellas.
A fines de 1800 y principios de 1900 el
consumo de frutas no era mucho debido a que la población tampoco era numerosa y
posiblemente a la poca difusión y hábito entre esta.
Queda demostrado con lo dicho, que el
consumo local, hasta aquí, se abastecía con la producción de las quintas
locales.
A fines del año 1920, con el aumento de la
población, comenzaron a instalarse fruterías y verdulerías, las que comenzaron
a competir con los vendedores ambulantes, quienes con sus enormes canastos
llenos de mercadería recorrían casa por casa vendiendo sus productos.
Ubicado en la esquina de Rivadavia y Julián
Lynch, había un gran mercado, propiedad de un Sr. Barrionuevo cuyos puestos
eran abastecidos desde la quinta que tenía instalada enfrente es decir, en la
manzana delimitada por las calles Rivadavia, Lynch, Pellegrini, y Lavalle.
Por esos años, la papa, nos llegaba por
ferrocarril, desde el partido de Balcarce. Por el mismo medio de transporte nos
llegaba desde Capital Federal el resto de mercadería.
Ya por los años de 1939/40, aún no había en
nuestro país, variedades tardías, tanto en frutas como en verduras, siendo este
el motivo por el que no pudiéramos disponer de ellos todo el año, se debió por
lo tanto recurrir a la importación, desde Chile nos llegaron ajos y cebollas,
de Holanda y Canadá importamos papas, limones de Italia y de nuestro vecino
Brasil, bananas, naranjas, etc. desde Norte América, manzanas en barricas.
Al
hablar de estas importaciones lo hago porque ellas luego de entrar al país y de
pasar por el mercado de Abasto llegaban a nuestro pueblo.
En la actualidad tenemos en nuestro país
grandes plantaciones de cítricos en Corrientes, Entre Ríos, y Tucumán, como así
también Río Negro es una gran productora de peras y manzanas, motivos estos que
no han permitido pasar de importadores a exportadores.
La inauguración de la ruta Nº 2 trajo
grandes cambios para nuestro pueblo, entre ellos el de este comercio, pues los
camiones cargados de mercaderías que la transitaba rumbo a Mar del Plata
comenzaron a entrar a nuestro pueblo a vender sus mercaderías, por aquel
tiempo, también la nueva ruta nos acercó a Dolores con sus muy productivas
quintas de frutales y desde donde nos comenzaron a llegar, duraznos, peras, y
ciruelas.
Lamentablemente con el correr de los años,
con la desaparición física de aquellos viejos inmigrantes, fueron también
desapareciendo las quintas, siendo en la actualidad, casi nula la producción
local.
Con respecto al sistema de comercialización
fue y será de contado o con crédito mensual, salvo en la década de 1920/1930,
en que la estabilidad de nuestro signo monetario y la solvencia de algún
comerciante permitió un tipo de crédito semestral y en algunos casos anual.
Por aquel entonces la fruta se vendía por
docena y a muy bajo costo. Una docena de bananas, mas o menos rondaba los dos
kilos costando 0,40 ctvs., en cuanto a manzanas, naranjas y peras su valor
rondaba entre 0,50 y 0,60 ctvs. Las uvas provenientes de la provincia de San
Juan se ofrecía al público a 0,40 ctvs por kilo.
Uno de los productos de mas venta, por sus
múltiples aplicaciones, era la papa, la que se vendía a 0,05ctvs el kilo.
De aquel pequeño pueblo de calles
polvorientas, ya poco queda, el progreso lo ha ido transformando en una hermosa
ciudad, este progreso hizo que también proliferaran los negocios, en especial los
destinados a la venta de frutas y verduras, observarán que nos los menciono
como fruterías y verdulerías, pues estos fueron anexos de todo tipo de
comercios y es dado ver en el ramo del cual me estoy ocupando, hoy las
encontramos en carnicerías, despensas, almacenes y supermercados.
En mis paseos dominicales, suelo llegarme
hasta donde estuvieron las primeras quintas, vuela mi imaginación y me parece
ver aquellos trabajadores, luchando con sus rudimentarias herramientas y
tratando de sacarle a la tierra lo mejor de sus frutos.
Pienso que hermoso sería volver a ver, esos
terrenos, hoy casi abandonados, llenos de verduras como antes, con toda la
tecnología moderna aplicada a la producción que facilitan en mucho el laboreo
de la tierra.
Ya en el final el Sr. Otero expresa que toda
su vida estuvo dedicada a vender frutas y verduras y que esa profesión la ha
realizado con cariño y gratitud, gratitud que quiere hacer extensiva a todos
los inmigrantes que habitaron nuestro pueblo, de uno de los cuales él es nieto,
y a los que quiere rendir un homenaje en los apellidos de Colombo Hnos. Mari,
Giamberardino, Lemble, Brunori, Laturraga, Morcella.
También un reconocimiento para Don Federico
Otero, mi padre, de quién heredé toda su hombría de bien y amor al trabajo lo que
me ha permitido llevar adelante aquel negocio que fundara en el año 1927
dedicado exclusivamente a la comercialización de frutas y verduras a través de
setenta y siete años.
Historia de la Frutería “El Ahorro”
Fundada en 1927
A fines del siglo
diecinueve llegaron a nuestro pueblo varias familias de inmigrantes, en su
mayoría italianos, todos provenientes de aquella corriente inmigratoria del año
1880.
Instalados en los
aledaños de nuestro pueblo se dieron de inmediato a la noble tarea del laboreo
de la tierra, para producir verduras como también algunos frutales, tal es así
que aún hoy, pueden observarse en algunas quintas y terrenos, perales, en
algunos casos de mas de cien años.
Mi madre, hija de
un matrimonio de estos inmigrantes nació en una de estas quintas, en la que
permaneció hasta casi veinte añera en los que contrajo matrimonio. Según sus
dichos siempre tuvo que colaborar con los hermanos en la siembra y posterior
cosecha de verduras, las que una vez recolectadas y acondicionadas eran
trasladadas al pueblo para su comercialización, esta se realizaba entre la
clientela establecida, o bien, distribuyendo en algún negocio dedicado a la
venta de ellas.
Ubicado en la
esquina de Rivadavia y Julián Lynch, había un gran mercado, propiedad de un Sr.
Barrionuevo cuyos puestos eran abastecidos desde la quinta que tenía instalada
enfrente es decir, en la manzana delimitada por las calles Rivadavia, Lynch,
Pellegrini, y Lavalle.
A fines de 1890 y
principios de 1900 el consumo de frutas no era mucho debido a que la población
tampoco era numerosa y posiblemente a la poca difusión y hábito entre esta.
Queda demostrado
con lo dicho, que el consumo local, hasta aquí, se abastecía con la producción
de las quintas locales.
“Lamentablemente, nos comenta Don Héctor Oscar Otero, con el correr de los años, y la desaparición física de aquellos
viejos inmigrantes, fueron también desapareciendo las quintas, siendo en la
actualidad, casi nula la producción local.
“De aquel pequeño pueblo de calles polvorientas,
ya poco queda, el progreso lo ha ido transformando en una hermosa ciudad, este
progreso hizo que también proliferaran los negocios, en especial los destinados
a la venta de frutas y verduras, observarán que nos los menciono como fruterías
y verdulerías, pues estos fueron anexos de todo tipo de comercios y es dado ver
en el ramo del cual me estoy ocupando, hoy las encontramos en carnicerías,
despensas, almacenes y supermercados.”
Con respecto al sistema de comercialización,
continúa contándonos el Sr.
Otero”... fue y será de contado o con crédito mensual,
salvo en la década de 1920/1930, en que la estabilidad de nuestro signo
monetario y la solvencia de algún comerciante permitió un tipo de crédito
semestral y en algunos casos anuales...”
Mas adelante agrega...”en
mis paseos dominicales, suelo llegarme hasta donde estuvieron las primeras
quintas, vuela mi imaginación y me parece ver aquellos trabajadores, luchando
con sus rudimentarias herramientas y tratando de sacarle a la tierra lo mejor
de sus frutos.
Pienso que hermoso sería volver a ver, esos
terrenos, hoy casi abandonados, llenos de verduras como antes, con toda la
tecnología moderna aplicada a la producción que facilitan en mucho el laboreo
de la tierra.
En otro párrafo expresa el Sr. Héctor Otero;
“... toda mi vida estuvo dedicada a vender frutas y
verduras y esa profesión la he realizado con cariño y gratitud, gratitud que
quiero hacer extensiva a todos los inmigrantes que habitaron nuestro pueblo, de
uno de los cuales yo soy nieto, y a los que deseo rendir un homenaje en los
apellidos de los, Mari, Giamberardino, Lemble, Brunori, Laturraga, Morcella,
los hermanos Colombo y muchos mas que en este momento no vienen a mi memoria.” A fines del año 1920, con el aumento de
habitantes, comenzaron a instalarse fruterías y verdulerías, las que competían
con los vendedores ambulantes, quienes con sus enormes canastos llenos de
mercadería recorrían casa por casa vendiendo sus productos.
Por esos años, la
papa, nos llegaba por ferrocarril, desde el partido de Balcarce. Por el mismo
medio de transporte nos llegaba desde Capital Federal el resto de mercadería.
A principios de 1927, mi padre, después de
haber realizado diversos trabajos, decide, ya con una familia formada,
emprender nuevos horizontes laborales que le permitieran mantener a esta.
Por ese entonces
Don Federico Otero se dedicaba a realizar comisiones hacia Capital, por consejo de un viejo amigo suyo, Don José
Mazzini, es que prende en él, la idea de poner un negocio para la venta de
frutas y verduras. Para tal fin alquila un inmueble ubicado en calle Madero
630, que constaba de dos plantas, el segundo en Maipú de tales características,
propiedad de Doña Josefa Videla de Arnau en donde antiguamente había estado
instalada una carbonería.
Así, Don Federico
Otero abre las puertas de su negocio al que bautizó “El Ahorro”, en honor al
correo y a la Caja Nacional de Ahorro Postal, recientemente creada, que por
aquel entonces estaban ubicados enfrente.
“...Cuando mi padre abrió este negocio ya la
fruta y la verdura venía por ferrocarril, poco a poco las quintas pobladas de
inmigrantes que tanta vida propia le habían dado al pueblo con su producción se
iban terminando, los viejos inmigrantes, por su edad, comienzan a desaparecer,
los descendientes eligen otras actividades, el confort que ofrece el pueblo empieza a atraerlos y a
esas tierras ya no las hacen producir como sus antepasados.
Al hablar de estos inmigrantes, yo quisiera
rendir un homenaje a un descendiente de ellos, el Sr. Raúl Colombo, un muchacho
que hasta que la salud se lo permitió trabajó en la quinta en una forma
impresionante, yo diría que fue el último verdulero de Maipú...”, nos comenta en otro párrafo de su relato el
Sr. Otero.
La inauguración de
la ruta Nº 2, trajo grandes cambios para nuestro pueblo, entre ellos el de este
comercio, pues los camiones cargados de mercaderías que la transitaba rumbo a
Mar del Plata comenzaron a entrar al pueblo a vender sus mercaderías, también
la nueva ruta nos acercó a Dolores con sus muy productivas quintas de frutales
y desde donde nos comenzaron a llegar, duraznos, peras, y ciruelas.
En otro párrafo
agrega el Sr. Otero”...ya por los años de 1939/40, aún no
había en nuestro país, variedades tardías, tanto en frutas como en verduras,
siendo este el motivo por el que no pudiéramos disponer de ellas todo el año,
se debió por lo tanto recurrir a la importación, desde Chile nos llegaron ajos
y cebollas, de Holanda y Canadá importamos papas, limones de Italia y de
nuestro vecino Brasil, bananas, naranjas, etc. desde Norte América, manzanas en
barricas.”
Al comentar estas importaciones se lo hace
para resaltar que una vez pasadas por el Mercado Central de Capital se
distribuían y de esa manera llegaban al pueblo para su consumo.
En 1947, al
fallecer Don Federico Otero, Oscar y Ricardo forman una sociedad, que como se
leerá mas adelante les reportó grandes beneficios.
Héctor se ocupó
casi exclusivamente durante veinte años del reparto, lo que, según sus propias
palabras “... me permitió palpar la calle, conociendo,
debido a ello, muchas de las historias y anécdotas que hoy puedo contar.”
En 1953, habiendo
ya adquirido la propiedad, se efectúa una reforma en él, que dura hasta
nuestros días, transformando el viejo edificio en un negocio que a lo largo de
todos estos años es el orgullo de Maipú y la zona.
Además no caben
dudas que a partir de estos años el negocio tomó verdadero impulso ya que se
transformó en el lugar obligado de compra de mucha gente del lugar, siendo al
mismo tiempo el abastecedor de casi todas las grandes estancias y campos de la
zona, como “Miraflores”, “Altos Verdes”, “San Simón”, “San Francisco”, “San
Carlos”, “Los Nogales”, “Las Armas” por nombrar algunas en nuestro partido,
ello se debió sin lugar a dudas porque este comercio reunió las condiciones que
todo cliente busca, es decir; responsabilidad y muy buena atención, buenos
precios y excelente mercadería, a tal punto que los pedidos que se realizan por
teléfono, son recibidos y si la mercadería solicitada consideran que no va a
satisfacer al cliente se lo informan aconsejándole cambiarla por otro producto.
Aquí se puede agregar otra cualidad, muy ponderada por el hombre de campo, y es
que sigue, aún hoy, siendo de los pocos comercios, que más temprano abre sus
puertas para la atención del cliente.
Durante los años
que este comercio toma el gran envión los Sres. Otero se dedican con esmero a
él, es así que comienzan a abastecerse desde una quinta de su propiedad ubicada
en Dolores, que, como ya quedó dicho es una zona de gran producción de frutas.
Por otro lado a
medida que el negocio se expande requiere de un medio de movilidad es por ello
que la firma compra un camión con el que comienza una nueva era del negocio al
no depender ya mas de los vendedores que llegaban a nuestro pueblo.
De esta manera el
transporte, al mando de Oscar, buscaba la mercadería, en los grandes centros de
distribución para luego pasar por el ojo avizor de Ricardo quién una vez en el
comercio se dedica a clasificarla para su ubique en los estantes del local.
¿Quién de los
lectores, con algunos años encima, no recuerda haber visto al pasar por el
negocio a alguno de los hermanos sentado a una silla, frente a la vidriera,
haciendo ese trabajo que exige mucha paciencia y que podía durar horas.
Pero no terminan
en el comercio las grandes habilidades de los hermanos, Héctor, como dice él
que muy poca gente lo llama, es un brillante artista plástico, autodidacta, que
se dedica a reproducir sobre tela cualquier imagen que le agrade y que
encuentra en folletos y revistas, la pintura se transforma así en una vía de
escape que ayuda a veces a soportar algunas desgracias y hacerlas mas
llevaderas.
Pasan los años,
las familias de ambos crecen, el negocio continúa floreciendo, pero llega lo
inevitable, pierde a su señora esposa y luego a su hermano Ricardo, el dolor de
Oscar es grande pero sabe que la vida tiene que continuar, toma las riendas del
negocio y acompañado por su familia y la de su hermano trata de salir delante,
de dar pelea, a pesar que el mismo expresa “...Hoy ya
nuestro comercio no es el mismo de otros años, puesto que con la proliferación
de puestos de ventas de frutas y verduras las mismas se han repartido, porque
de las cuatro o cinco fruterías que había en el pueblo años atrás, en la
actualidad suman entre cuarenta y cinco a cincuenta contando dos grandes
supermercados...”
Pero nada parece
doblegar el ánimo de “este nieto de inmigrantes” como le gusta llamarse, esta persona
agradecida de la vida, alegre, que lo manifiesta ante cada uno de sus
interlocutores, este personaje que, hoy, nos hace reír o llorar desde un
escenario cuando interpreta al personaje que le toca, desde el teatro de
jubilados donde él se siente protegido y mimado o cuando dice algunos poemas,
compuestos por él, que conserva celosamente en su prodigiosa memoria.
Casi sin darnos cuenta, el tiempo se nos ha
pasado, nos levantamos de nuestras sillas para despedirnos Don Héctor Oscar
Otero, aún tiene mas, con su gracia natural nos despide recitándonos una polka
en italiano que causa la hilaridad de todos los presentes, con ese alegre
recuerdo nos alejamos del “...único negocio especializado
y dedicado exclusivamente a la venta de frutas y verduras que a través de
setenta y siete años de vida comercial en Maipú, se ha dedicado a ellas.