A raíz de la donación, al Museo, de uno de leones que ornamentaban el frente del inmueble de Madero y Pellegrini es que el autor de la presente investigación la efectúa y entrega a los Amigos del Museo para su guarda, algo que mucho le agradecemos.
INVESTIGACIÓN
Breve Reseña Histórica
de Estatuas de Leones
El Sr. Oscar Schamne, restaurando el león donado a nuestro Museo. |
Ya en tiempo de los egipcios el León
desempeñaba un papel preponderante en el culto. El hecho de que el desbordamiento
anual del Nilo, de tanta importancia fertilizante para el país, coincidiera con
la época de entrar el sol en la constelación del León, estableció conexiones
entre el agua y este animal y dio lugar a su empleo en cubos y otras vasijas.
El arte egipcio estiliza
generalmente al león hasta desfigurarlo por completo; con preferencia lo
representa en reposo; el tratamiento sencillo y severo de la melena, no
desemejante a un cuello almidonado, comunica en cierto modo al macho el especto
de la hembra, lo cual carece de ella.
Entre los griegos y los
romanos pasó el león por guardián de manantiales, templos y puertas; de aquí su
presencia junto a fuentes y escaleras, sobre portadas y en monumentos. El león
durmiente simboliza al héroe vencido. (Sirvan de justificación a lo dicho el
león del Pireo, La Puerta
de los Leones de Mecenas, el mausoleo de Leónidas y los sepulcros de
Helicarnaso)
En
el culto cristiano tiene el león otro aspecto simbólico: es símbolo del
Salvador (el león de la tribu de Judá), representa el principio del mal y los
enemigos de la Iglesia ,
así como al demonio mismo (al enemigo malo, que morodeo, como león rugiente,
buscando a quién tragar), es atributo del evangelista San Marcos y de otros
santos.
De
aquí su aplicación frecuente en
utensilios de iglesia, tejidos y bordados con destino al culto.
A
raíz de las cruzadas, en el siglo XII, la Edad
Media introduce el león en la heráldica, en la cual llegó a
ser la figura animal más común.
Como
animal heráldico aparece severamente estilizado, pasante o rampante, siempre de
perfil, en todos los esmaltes heráldicos, y a veces, con la cola bifurcada.
El
Renacimiento emplea al león en el sentido del Antiguo, según la interpretación
cristiana, a la vez que como animal heráldico, y muy frecuentemente como
soporte de escudo. En la época del Rococó y la peluca hay poca habilidad y poca
comprensión para representar a este carnicero.
El
arte moderno sigue el ejemplo de antiguo y del Renacimiento y así sucede que
también en la época contemporánea le “toca” al león “la parte del león” en la Ornamentaria animal.
Merece
notarse que, cuando el arte de todos los tiempos quiso reproducir al león, se
inclinó a humanizar la fisonomía del mismo, sustituyendo los ojos redondos de
gato por los avalados del hombre
El León
Desprovisto
Un escultor neoclásico
y aragonés, afincado en Madrid, tras estudiar en Roma, que se apellidaba
Ponzano y a quién su padre, que algo tendría de bromista, puso en la pila del
bautismo el nombre de Ponciano, ganó en 1848 el concurso para construir el
frontón del Congreso de los Di dos.
Ponciano Ponzano (Zaragoza, 1813 –
Madrid, 1877) representó allí, en el frontón y con distanciado historicismo, a
España, a través del Ebro y del Tajo, el Valor, la Justicia y al Paz y
también las Artes, la
Navegación , la
Industria y el Comercio.
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Como postre, diseñó y ejecutó los
dos leones que vigilan y defienden la entrada del edificio. Es fama que Ponciano
se negó siempre a esculpir cualesquiera animales en mármol (porque, según él,
eso daba mala suerte) y solo se avino a elaborar los famosos leones de las
Cortes en bronce.
Un bronce procedente – según se dice
– de unos cañones tomados al moro en la guerra de África. Pues bien, uno de los
leones carece de los atributos que le corresponden como macho. Vamos, que es un
capón. ¿Por qué? ¿Se le acabó el bronce cañonero a don Ponciano? ¿Se le olvidó
al artista ese “pequeño” detalle? O quizá Ponzano sí los diseñó y los fundió,
pero su valedora, la reina Isabel II, al ver tan rozagantes cataplines y dada
la afición que le tenía a ese tipo de dotaciones, reclamó el par de pelotas y
estas fueron enviadas a Palacio para disfrute personal de su Majestad.
Oscar Schamne (*)
Buenos Aires – Junio de 2007